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NFTs | ¿Nuevo villano del medio ambiente?

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Un repaso intensivo sobre los NFT y su papel en la actual crisis climática.

Hay un nuevo acrónimo en la manzana y está causando un gran revuelo, tanto para los entusiastas del blockchain como para los ecologistas. Los NFT -o «tokens no fungibles»- son activos digitales que se compran y negocian principalmente en el blockchain de Ethereum. Pero recientemente ha habido una oleada de reacciones de quienes afirman que los NFT están destruyendo activamente el medio ambiente, que sólo el consumo de energía nos llevará a un apocalipsis global. En el otro extremo del espectro, los defensores de la tecnología blockchain – «los criptorriqueños»- asumen el gasto energético con tranquilidad, aceptándolo como el coste del progreso.

La verdad está en algún punto intermedio. No se puede negar que el blockchain consume enormes cantidades de energía -demasiado para justificar sus beneficios-, pero puede haber formas de adoptar tecnologías como Ethereum de manera nueva y sostenible. Desde este punto de vista, decir que «las NFT matarán al planeta» no sólo es reduccionista, sino también algo miope.

¿Qué son las NFT?

Antes de adentrarnos en este laberinto de controversias, empecemos por lo más básico. El acrónimo «NFT» significa «token no fungible». Fungible significa «intercambiable», es decir, que se puede cambiar un elemento por otro sin perder su valor. Piensa en la moneda: un billete de un dólar es esencialmente equivalente a otro. Los NFT, sin embargo, no son intercambiables, del mismo modo que la Mona Lisa que cuelga en las paredes del Louvre no es intercambiable con la foto de la Mona Lisa que imprimió en CVS después de su último viaje a París.

El ejemplo más llamativo de las NFT son las obras de arte digital: desde brillantes astronautas renderizados en 3D hasta el meme animado de Nyan Cat, que se vendió por más de 600.000 dólares en febrero. El arte de píxeles coleccionable, las obras deportivas y los bienes inmuebles virtuales son también ejemplos muy comercializados. Pero, ¿por qué necesitamos el blockchain para comerciar con NFT? Antes no había forma de rastrear la propiedad de los activos digitales; en cuanto un JPEG salía a la red, cualquiera podía copiarlo y pegarlo en su ordenador. Eso sigue siendo posible con las NFT, pero la tecnología blockchain que las sustenta permite a los artistas rastrear la propiedad de sus obras. Cuando una NFT se «vende», el comprador obtiene realmente algo parecido a un título de propiedad de la obra.

¿Cómo afectan al medio ambiente?

La tecnología blockchain está lejos de ser «verde». Un estudio de la Universidad de Cambridge estima que sólo el blockchain de Bitcoin utiliza más energía al año que todo el país de Suecia. (Al ser la mayor de los blockchain, Bitcoin representa ⅔ del consumo total de energía). Aunque la huella de carbono de Ethereum es menor, también consume inmensas cantidades de electricidad.

Para entender por qué las NFT consumen electricidad, tenemos que entender cómo se producen y venden. Se puede pensar en las cadenas de bloques como libros de contabilidad, libros que llevan la cuenta de las transacciones. La diferencia es que estos libros de contabilidad requieren algo más que un lápiz para su registro. Las transacciones se «escriben» en la cadena de bloques a través de un proceso que consume mucha energía llamado «minería», en el que la gente hace funcionar continuamente potentes ordenadores para resolver complicados rompecabezas. ¿Cómo funcionan estos ordenadores? Pues con electricidad, por supuesto. Según las estimaciones actuales, cada transacción de Ethereum utiliza la misma cantidad de electricidad que un hogar estadounidense medio durante un día y medio.

Los NFT como chivos expiatorios

Es fácil condensar todas nuestras críticas al blockchain en un acrónimo fácil de pronunciar, pero incluso si todos los mercados de NFT -como Nifty Gateway, Foundation y OpenSea- cerraran mañana, el problema del clima no se resolvería. Y es que deshacerse de los NFT es análogo a tratar un síntoma en lugar de curar la enfermedad. Incluso sin que los artistas vendan su arte, las granjas de servidores de blockchain de todo el mundo seguirán engullendo teravatios. El problema es mucho mayor que estas tres letras.

Un futuro esperanzador para Ethereum

Hay algunas noticias prometedoras en el horizonte: El fundador de Ethereum, Vitalik Buterin, está trabajando activamente para que su creación sea más sostenible, pasando de su mecanismo actual a otro que reduciría la consulta de energía en un 99%. En la actualidad, Ethereum funciona a través de un modelo Proof-of-Work, que requiere que muchos mineros compitan entre sí, tratando de resolver complicados cálculos, y consumiendo electricidad a medida que avanzan. Un modo alternativo, llamado Proof-of-Stake, funciona obligando a los mineros a poner criptomonedas como garantía, en lugar de competir entre sí en base a la potencia de cálculo. Esperan alcanzar este objetivo en 2022.

Pero esta no es la única opción para reducir las emisiones de carbono. OpenSea, uno de los mayores mercados de NFT, tiene previsto adoptar la tecnología Ethereum de «capa dos», a través de un protocolo llamado Immutable X. Esto significa que, en lugar de procesar cada transacción en su plataforma de forma individual, OpenSea las agrupará, reduciendo así el número de transacciones que deben producirse en la capa más cara de Ethereum. Además, Immutable X planea comprar créditos de carbono para compensar cualquier huella que dejen.

El veredicto

Las NFT aportan mucho valor al mundo del arte, ya que permiten que los artistas digitales y los desarrolladores de juegos reciban una compensación justa por su trabajo. También suponen un pequeño porcentaje del consumo total de energía del blockchain.

Esto no quiere decir, sin embargo, que debamos conformarnos con algunas justificaciones. El cambio climático no debería ser un juego de culpas, un acto de comparación de qué industria deja la mayor huella. Es responsabilidad de todos -incluidos los artistas que acuñan NFT y las empresas que los sostienen- ser honestos sobre su contribución individual a las emisiones de carbono y tomar medidas para reducirlas.

¿Qué no es productivo? Titulares llamativos que reducen a tres letras una complicada cadena de suministro de consumo energético.

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